SANTA CLARA DEL COBRE HISTORIA

 

Conose datos e informacion de este municipio de michoacan.

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Sus orígenes

Fray Martín de Jesús fundó, en 1521, Santa Clara de Acuero, pero no seria hasta 1553 que se promulgaría su fundación legal, con el nombre de Santa Clara de los Cobres, denominación que en 1858 se le cambió por Santa Clara de Portugal, para en 1932 tomar su actual nombre de Villa Escalante, en recuerdo a un revolucionario del lugar.

 

Sin embargo, esta nueva nominación no venció a la tradición y en la actualidad se le sigue conociendo como Santa Clara del Cobre, importante centro artesanal de este metal fundido y martilleado, aunque también tienen algo que ver las monjas de Santa Clara que se establecieron, conventualmente, en este lugar.

 

En este poblado y sus alrededores, los antiguos indígenas de la región martilleaban el cobre para crear artículos utilitarios, adornos como cascabeles zoomorfos, bezotes, aretes y otros instrumentos como el hacha, al igual que en aleaciones con oro.

 

No seria sino hasta la llegada del obispo Vasco de Quiroga, el Tata Vasco que muchos de los artesanos de Michoacán aún recuerdan como si hubiese sido ayer, que la organización y progreso de las actividades artesanales y de los oficios floreció en esta otrora provincia de Valladolid.

 

Este religioso, enseñó a perfeccionar las técnicas artesanales de los nativos, al mismo tiempo que introducía nuevas formas de elaboración provenientes de España, entre ellas, la técnica de la fundición y el martillado, las cuales perduran hasta nuestros días.

 

Importante centro artesanal cuprífero

Santa Clara del Cobre es hoy un centro de elaboración de objetos de cobre: recipientes diversos para la elaboración de dulces y otros alimentos; cacerolas, platos, cazos, floreros, adornos de diversa factura, etc.

 

Los múltiples talleres están organizados familiarmente, de manera que los maestros de hoy fueron los niños aprendices de ayer, así como un niño es un futuro maestro en potencia. Los viejos maestros son respetados y seguidos en sus consejos dictados por la experiencia.

 

Es por ello que hoy en día, Santa Clara es reconocida por su centro artesanal del cobre de fama mundial.

 

Las manos y la imaginación de los trabajadores de este metal, pueden llegar a realizar con esfuerzo y sacrificio durante semanas enteras, una sola pieza de admirable armonía y belleza.

 

Ejemplo de ello es su kiosco con techo de cobre que se encuentra en la parte central de la plaza principal y que resalta entre los techos rojos de las casas cercanas, sobre todo cuando es iluminado por los rayos del sol. Asimismo, pueden observarse en las casas y calles, diversos objetos rematados con latón que adornan las empedradas entradas.

 

Pero la mejor forma de apreciar este trabajo y la calidad de los utensilios de cobre martillado, es entrando a un taller de la localidad.

 

Sentados ante el calor que genera una fragua que por lo regular debe alcanzar los 1000 grados para poder realizar los moldes de cobre de los que saldrán los pedazos necesarios que servirán para dar forma y color a bellos objetos, trabajan normalmente cuatro personas, entre niños y adultos.

 

Oficio familiar

Este arte es una tradición que ha pasando de generación en generación; es común ver que desde los 10 años los niños comienzan a aprender este oficio, del que poco a poco le tomarán un profundo amor.

 

Con martillos en mano y mientras los más pequeños se encargan de alimentar la llama de la fragua, los más experimentados se turnan para ir calentando y dar forma a un pedazo de cobre inanimado.

 

Un martillo, marro y varillas de acero enterradas en el suelo, son las únicas herramientas que estos artistas utilizan para lograr una pieza única y perfecta, el resto proviene de su mente y sensibilidad.

 

El tiempo de trabajo en cada pieza va desde los 4 días hasta un mes completo, dependiendo del tamaño o terminado que quiera dársele, ya sea un sencillo acabado liso o espejo, hasta incrustaciones de otros metales, complicados grabados florales o tribales y vistosos tonos verdosos, en las formas más caprichosas que su imaginación y creatividad les permite.

 

La variedad y terminaciones en los trabajos que se pueden encontrar en este poblado es enorme y es fruto de los años de práctica y tradición artesanal que ha sido heredada entre las familias.

 

Atractivos adicionales

Santa Clara cuenta con el Museo Nacional del Cobre, donde se muestran objetos encontrados en el lugar de este metal, producidos por los antiguos tarascos y en donde se exhiben las piezas artísticas y artesanales que han sido ganadoras de premios en concursos y exposiciones nacionales e internacionales.

 

Una de las fechas más importantes en esta comunidad es a mediados de año, entre agosto y septiembre, que es cuando se lleva a cabo la Feria Nacional del Cobre, evento durante el cual los artistas del lugar compiten para saber quién realizó la pieza más bella y sobretodo, porque se celebra a la Patrona del pueblo: Santa Clara.

 

Hay también una escuela-taller y una cooperativa que lleva el nombre de Vasco de Quiroga, así como una Casa del Artesano para la capacitación, preparación y desarrollo de la técnica.

 

Si gusta del arte sacro, una visita a su Templo principal, dedicado a Santa Clara, es una buena opción para admirar.

 

Una caminata por el pueblo, admirando su típica fisonomía y descansando en la plaza principal, es buena terapia para alejar el estrés cotidiano.

 

Los alrededores

A escasos 12 kilómetros de esta población, se localiza el Lago de Zirahuén, rodeado de pinos y de colorido azul profundo. La calzada adoquinada que parte de Santa Clara del Cobre es una magnifica opción para los amantes de la naturaleza.

 

Aquí podrá practicar senderismo, ciclismo de montaña, paseos a caballo en el también llamado “rincón de agua verde”, donde es posible pasar la noche y acampar. Produce también excelente pescado blanco que se puede degustar en la población cercana.

 

Se dice que este lago se formó por que en tiempos prehispánicos, la princesa más hermosa nacida en la región purépecha, hija de uno de los más poderosos caciques de esos señoríos, se enamoró del jefe de un ejército enemigo. Siendo correspondida, se hizo fuerte para defender esta relación ante todas las dificultades que le podía acarrear su inclinación.

 

Su padre, al enterarse, contuvo su ira y puso una condición al pretendiente para poder entregarla: “Pelear contra otros caciques enemigos”, a lo cual el guerrero, enamorado hasta la locura, aceptó el reto sin vacilar. Luchó contra los reinos vecinos, siempre saliendo vencedor. Cuando no quedó uno solo sin ser doblegado, regresó para exigir la otra parte del trato, la mano de la princesa.

 

El padre dijo: “Falta por vencer a un príncipe, el más vigoroso”. Ante la sorpresa reflejada en el rostro del príncipe, vencedor de todos los caciques vecinos, añadió: “A mí”. Dispuesto a la contienda, el joven guerrero se dispuso a pelear, pero la princesa interponiéndose entre ambos, pidió al amado que se fuera: “No quiero ser la causa de la muerte de ninguno de los dos. Si mi padre gana, te pierdo para siempre. Si tú sales vencedor, no me casaría contigo”. El joven aceptó su voluntad y se fue. No bien lo hizo, la princesa se desvaneció sintiendo que su cuerpo ardía y una telaraña húmeda envolvía sus cabellos.

 

Desesperada subió a un cerro a llorar. Su mirada se perdía a lo lejos con la esperanza de verlo de regreso. Él nunca lo hizo. Sus lágrimas eran tan pesadas y candentes que hicieron un pozo que se fue desbordando al paso de los días, ahogando a la princesa e inundando al pueblo que quedó cubierto por lo que ahora se llama Lago de Zirahuen.

 

Se dice que la enamorada aparece algunas veces en la superficie del lago en forma de sirena y ahoga a hombres que confunde con su obediente amor, mientras llora la ausencia de su amado...

 

Estos son solo unos de los atractivos de Santa Clara del Cobre, lugar que gracias a sus artesanos, ha dado fama mundial no sólo a este pequeño poblado de Michoacán, sino a México entero... descúbralo!.